Shiseido siempre ha avanzado haciendo las cosas de forma un poco diferente. Cuando Arinobu Fukuhara abrió las puertas a los primeros clientes de su farmacia en el distrito de Ginza, en Tokyo, el momento marcó el comienzo de una empresa que iba a cambiar el panorama de la belleza. En el año 1872 el fundador de Shiseido inauguró su farmacia de estilo occidental en Japón.
Con tan solo 23 años de edad y ejerciendo en la armada japonesa de Jefe de Farmacia, Arinobu se sentía desilusionado con la medicina disponible. Junto a unos cuantos colegas se propuso hallar una manera alternativa –más occidentalizada– de plantear la salud. Su inspiración era noble: "Aprovechar todas y cada una de las cosas buenas de este mundo y utilizarlas para crear otras nueva".
150 años después, Shiseido continúa fusionando las filosofías e innovaciones orientales y occidentales para actuar como modelo de inspiración para la belleza (especialmente en el sentido japonés de belleza espiritual) para mujeres de todo el mundo.
Convencidos de que la belleza puede encontrarse en todas partes, en todas las cosas y en cada persona, y de que la belleza más auténtica es mucho más de lo que se percibe con la vista, desde Shiseido ven la belleza como un sentimiento compartido. Según su filosofía, "cuando nos sentimos bellos y con confianza, no podemos evitar que la inspiración nos haga salir al mundo e incidir positivamente en la vida de otras personas". Es por ello que la belleza no sólo es visible, sino también emocional, "la belleza toma realmente vida cuando cuerpo y alma están sanos y llenos de vitalidad".
Inspirados desde el principio por esta manera de sentir la belleza, su fundador tomó el nombre de Shiseido de un pasaje de un texto antiguo utilizado para la adivinación. Shi Sei Do "La Casa que contribuye a mejorar la calidad de vida". Y lo mismo sucedió con su logo que, creado por el hijo del fundador, Shinzo Fukuhara, representa la flor de la camelia, que representa la fuerza y complejidades que todos albergamos dentro, y para el pueblo japonés se corresponde con la divinidad.
Siglo y medio después, las bases de la casa de cosmética japonesa siguen inalterables poniendo a la mujer en el centro de su universo y celebrando una trayectoria de éxitos (desde la creación del primer dentífrico de Japón a la galería de arte más antigua del país, la incorporación del ácido hialurónico a sus productos en 1984 o el apertura de su propia academia de belleza) para la cual han creado una página web, un logo y una publicidad especiales que ensalzan su mirada al futuro y su eterno saber estar junto al cliente.
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