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11/11/2024 / Guillermo Rodríguez

Y tú, ¿de quién eres?

Desde tiempos inmemoriales, los perfumes han jugado un papel crucial en la historia y la cultura humanas, siendo capaces de evocar recuerdos, emociones y deseos. Detrás de cada fragancia existe una compleja estructura que no sólo distingue a cada aroma, sino que también lo categoriza dentro de un sistema meticuloso y fascinante: las familias de los perfumes. Desarrolladas a lo largo de los años, estas clasificaciones permiten entender mejor las características y matices de cada esencia, ayudando tanto a perfumistas como a consumidores a navegar el vasto mundo de las fragancias.

Aunque cada persona experimenta los perfumes de manera única, las clasificaciones de perfumes se han convertido en una herramienta muy valiosa para los usuarios de fragancias. Capaces de proporcionar un marco para entender y apreciar la complejidad y diversidad de los perfumes, las familias olfativas establecidas ayudan enormemente en la identificación y categorización de las fragancias, así como a enriquecer la comprensión y disfrute del arte de la perfumería.

El esfuerzo por categorizar los olores tiene raíces profundas, remontándose incluso a Aristóteles, quien en su obra "De Anima" (Sobre el alma) ofreció una base filosófica para entender la percepción de los olores, aunque de manera menos sistemática que las clasificaciones modernas. Aristóteles proponía una clasificación sencilla en base a dos criterios principales: agradable y desagradable. El filósofo también reconoció la subjetividad en la percepción de los olores, entendiendo que lo que puede ser agradable para una persona puede no serlo para otra. Más tarde, en el siglo XVIII, Carlos Linneo, en su obra "Philosophia Botanica" (1751), clasificó las plantas según sus olores en siete clases, basándose en su cualidad hedónica (la calidad agradable o desagradable del olor).

El desarrollo de la química orgánica a finales del siglo XIX marcó un hito crucial, transformando radicalmente tanto el desarrollo como la clasificación de los perfumes. La capacidad de sintetizar compuestos aromáticos abrió un abanico de posibilidades creativas para los perfumistas, permitiéndoles crear nuevas fragancias que no existían hasta entonces. Esta explosión de oferta de nuevos perfumes llevó a la necesidad de establecer familias olfativas clasificadas por sus estructuras y características similares, facilitando la navegación tanto a creadores como a consumidores en el vasto universo de los perfumes, comprender sus composiciones y preferencias olfativas, y seleccionar fragancias con mayor precisión.

Hay diferentes aproximaciones a las clasificaciones de familias olfativas, ya que cada persona percibe las fragancias de manera distinta y algunas creaciones no tienen líneas claramente delimitadas: son un cóctel de notas olfativas que podrían encajar en varias familias al mismo tiempo y, en otros casos, hay propuestas que prefieren no ser etiquetadas.

La Academia del Perfume, fundación cultural sin ánimo de lucro dedicada a la promoción del perfume como una forma de arte y cultura, ha desempeñado un papel crucial desarrollando una clasificación con siete familias olfativas principales de perfumes. Seis de ellas son comúnmente aceptadas: “cítrica o hespéride”, “floral”, “amaderada”, “fougère”, “chipre”, y “ambarina u oriental”, a las que se incorpora la “gourmand”, una familia en alza muy apreciada en nuestra cultura con una gastronomía arraigada. De ellas, las tres primeras (cítrica, floral y amaderada) pueden considerarse familias “realistas” porque responden a elementos reconocibles presentes en la naturaleza y las demás “familias de fantasía”. La clasificación de la Academia del Perfume ha sido avalada por los Académicos del Perfume, entre los que se encuentran los perfumistas de habla hispana más reputados en el mundo.

 

La familia “cítrica”, también conocida como “hespéride”, se caracteriza por estar compuesta eminentemente por notas de salida procedentes de cáscaras de frutos cítricos como la bergamota, el limón, la lima, la naranja, la mandarina o el pomelo, por ejemplo. Suelen ser fragancias suaves y frescas, con un toque ácido, unisex e intergeneracionales. Las aguas de colonia tradicionales, con notas frescas y volátiles, son emblemas de esta familia.

La familia “floral” es la más popular y extensa, incluyendo todos los perfumes cuyo tema principal es la representación olfativa de una única flor y que son conocidos como perfumes “soliflore”, o bien un conjunto de flores variadas, conocidos como “bouquet”. Aunque existen infinidad de notas florales, las más clásicas son tres: la rosa, el jazmín y el neroli. Las fragancias florales pueden enriquecerse con notas verdes, acuáticas, frutales, especiadas, y más, formando subgrupos diversos.

La familia “amaderada” engloba aquellos perfumes en los que la nota definitoria es la madera. Incluye raíces, cortezas, resinas y hojas, inspirando creaciones versátiles y variadas. Los perfumes amaderados pueden tener notas cálidas y opulentas como el sándalo y el patchouli, secas como el cedro, frescas con aspecto de pino y coníferas, o incluso ahumadas con vetiver o oud. La salida de los perfumes amaderados suele caracterizarse por ir acompañada por notas cítricas y herbales como la lavanda.
La familia “fougère” se inspira en este término, que significa helecho en francés y recrea el olor de un paseo por el bosque. Las fragancias fougère son verdes y recuerdan a la hierba recién cortada o al heno dulce. Tradicionalmente, contienen un acorde central de lavanda, geranio, cumarina y musgo de roble. La primera fragancia fougère la creó el perfumista Paul Parquet en 1882 para la casa de Houbigant. Su creación bautizada con el nombre de «Fougère Royale», marcó una nueva tendencia en perfumería de la que surgió esta nueva familia icónica de perfumes de fantasía. Es importante destacar que «Fougère Royale» fue de los primeros perfumes en introducir en su composición una molécula de síntesis: la cumarina (molécula identificada por primera vez en el Haba Tonka y el aceite esencial de Lavanda).

La familia “chipre” se caracteriza por el contraste entre notas de salida ligeras y frescas como la bergamota y una base profunda y terrosa de musgo de roble. Aunque los perfumes chipre más clásicos tienen una calidad floral abstracta, existen numerosas variantes y subfamilias como chipre afrutada, chipre verde, chipre acuática y chipre amaderada. La denominación chipre deriva de la palabra francesa para designar la isla mediterránea y no del árbol del ciprés como alguna vez se ha sugerido. Existen evidencias históricas para afirmar que la composición de las fragancias chipre se remonta a la época romana y ya se mencionan explícitamente en los manuales de perfumes del siglo XVIII. En efecto, muchas de las plantas aromáticas presentes en esta familia de perfumes florecen en la isla de Chipre. Tal y como hoy lo conocemos, este tipo de perfumes los popularizó el perfumista François Coty, quien en 1917 lanzó un perfume de gran éxito llamado simplemente ‘Chypre’, aunque Guerlain ya había creado dos perfumes llamados “Chypre de París” y “Chypre”, ambos anteriores a 1917.

La familia tradicionalmente conocida como “oriental”, que hoy en día se tiende a denominar “ambarina” o “ambarada”, comprende perfumes cálidos, sensuales y almizclados. Caracterizados por resinas, bálsamos, maderas y especias, evocan los colores y sabores de Oriente. Son perfumes de gran fijación y duración, perfectos para estaciones frías. Algunas de las notas comunes que podemos encontrar en este tipo de perfumes son: vainilla, mirra, incienso, haba-tonka, benjuí, bálsamos de Perú y Tolú, ládano, patchouli, vetiver, sándalo, notas como el almizcle, canela, cardamomo, nuez moscada, pimienta rosa y notas florales.

La familia “gourmand” se caracteriza por sus aromas cálidos y dulces, como si fueran “comestibles”, acompañados, por ejemplo, por matices especiados. Incluyen notas como la vainilla, el haba tonka y moléculas de síntesis diseñadas para representar sabores de distintos alimentos. Las notas más comunes que encontramos en este tipo de perfumes son la vainilla, caramelo, chocolate, leche, algodón de azúcar, café, coñac, toffee, almendras, o notas tan curiosas como el tomate o el pimiento verde. Estos perfumes suelen ser populares en estaciones frías, aunque actualmente están también en tendencia los perfumes “gourmand salados” que incorporan notas diferentes, como productos de la huerta. El nacimiento de la familia gourmand está estrechamente ligada al icónico perfume “Angel” de Thierry Mugler. En 1992, momento en el que las fragancias unisex y los bouquet florales eran la norma, se lanzó esta fragancia que reinterpretaba la familia ambarina u oriental, añadiéndole un marcado carácter de repostería con una nota de praliné.

Para facilitar aún más la comprensión y exploración de estas familias olfativas, la Academia del Perfume ha creado su "rueda olfativa", que profundiza en las complejidades de cada familia, desarrollando las subfamilias más comunes dentro de cada una de ellas, agrupándolas por colores que ilustran sus matices. Esta herramienta ilustrada sirve como una guía esencial para los aficionados y profesionales del perfume y se puede descargar gratuitamente.

Aunque las clasificaciones de perfumes proporcionan un marco útil, es importante recordar que la perfumería es un arte subjetivo y fluido. Ya se ha mencionado que muchas fragancias pueden no encajar en ninguna familia o perfectamente tener cabida en más de una. Existen, además, otras familias fluctuantes entre unas clasificaciones y otras que no se pueden dejar de mencionar, como “aromática”, “acuática”, “afrutada” o “cuero”.

Estas clasificaciones deben servir de marco de referencia, pero no deben hacernos sentir encorsetados. Su misión no es otra que ofrecer un punto de partida valioso para explorar y comprender el vasto y fascinante mundo de los perfumes.

Datos del autor
Nombre Irati Herrero, Directora de Formación de la Academia del Perfume
Empresa Academia del Perfume
Cargo Directora de Formación
Biografía
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