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01/12/2025 / Bárbara Candal

Recuperando el sentimiento

En una era dominada por la inmediatez y los algoritmos, el diseño se enfrenta a una pregunta esencial: ¿qué lugar ocupa la emoción cuando todo parece automatizado?

Reivindicar el valor del sentimiento y la emoción en un mundo cada vez más medido y programado parece la respuesta adecuada a un propósito que se llena de sensibilidad y de la necesidad de volver a diseñar con alma.

 

 

Cada día veo más pantallas, más datos, más inteligencia artificial entrando en todo. Todo se mide, todo se acelera. Y sin embargo, nunca habíamos necesitado tanto parar un momento y recordar que seguimos siendo humanos. Tenemos la tecnología más potente de la historia, pero a veces me pregunto si no estamos olvidando lo esencial: sentir.

La inteligencia artificial puede generar imágenes increíbles, escribir textos, componer música o diseñar conceptos en segundos. Pero hay algo que no puede hacer: emocionarse. Puede imitar estilos, copiar tendencias, mezclar referencias… pero no puede tener piel. No puede oler, ni recordar, ni amar. Y justo ahí, en ese espacio que la máquina no alcanza, es donde el diseño vuelve a ser humano.

Llevo más de veinte años en este oficio y he visto muchas modas pasar: el minimalismo, la sostenibilidad, el “menos es más”, el metaverso… Y sin embargo, lo que de verdad permanece es la emoción.
Diseñar con propósito no es decorar una idea, es darle sentido. Es entender por qué algo tiene que existir, qué quiere contar y qué quiere hacer sentir.

Uso inteligencia artificial cada día, igual que utilizo un lápiz o una cámara. Me parece una herramienta increíble, y a veces hasta mágica. Pero lo importante no es lo que genera, sino la intención que hay detrás. La tecnología puede ayudarte a llegar más rápido, pero no a llegar más profundo. Y el diseño, al final, va de profundidad, de conexión.

Cuando un envase transmite respeto, cuando un material reciclado cuenta una historia, cuando un color o una textura te hacen sentir algo sin saber por qué… ahí está el propósito. Ahí está el alma. Y eso no lo puede calcular ningún algoritmo.

 

Educar desde la emoción

He visto proyectos maravillosos donde la sostenibilidad no era un argumento, sino una emoción. Donde el cuidado del planeta se sentía como una extensión natural del cuidado personal. Porque cuando un diseño logra transmitir conciencia, ya no es estética: es empatía.

También he visto cómo el concepto de belleza cambia. Hoy lo más valiente no es mostrar perfección, sino mostrar verdad. Rostros reales, cuerpos diversos, arrugas, cicatrices, pieles distintas. Esa belleza que no se inventa, se vive. Cuando una marca o un creador se atreven a mostrar lo humano, aparece algo muy poderoso: la confianza.

Y lo mismo ocurre con la estética sensorial. Hay proyectos que emocionan sin decir nada. Envases que respiran con la luz, texturas que invitan a ser tocadas, colores que despiertan recuerdos. Me fascina cuando el diseño activa los sentidos, porque ahí es donde empieza la emoción. Diseñar con propósito es crear pequeñas experiencias de asombro. Que algo te haga parar y decir: “qué bonito esto”, pero sin saber exactamente por qué.

Esa mirada sensorial es la que intento transmitir cuando doy clase. Imparto Branding Sensorial en varias universidades y másteres, y cada vez me doy más cuenta de que enseñar diseño no es enseñar programas ni técnicas, sino enseñar a sentir. A escuchar lo que el proyecto quiere ser. A reconocer la emoción que hay detrás de cada forma, de cada textura, de cada decisión.

Cuando doy clase, no busco que mis alumnos diseñen “mejor”. Busco que sientan más. Que aprendan a observar, a conectar con lo invisible. A entender que un color puede hablar del pasado, que una tipografía puede respirar calma, que una textura puede curar. Porque educar desde las emociones es enseñar a ver el mundo con otra mirada: más empática, más viva, más humana.

 

Diseñar con alma

La tecnología no es el enemigo. Es una aliada. Pero necesitamos dotarla de sentido. La IA puede ser una ampliación de nuestra creatividad, un espejo de nuestras ideas, pero solo si nosotros seguimos siendo los que sentimos. Cuando la emoción lidera, la tecnología se vuelve humana.

También pienso mucho en el bienestar. En cómo diseñamos para un mundo cansado, saturado, que necesita respirar. No todo diseño tiene que impactar: algunos deben sanar. Colores suaves, formas simples, tipografías que acompañan en silencio. Diseños que no gritan, que susurran. Que te hacen sentir paz. A veces lo más revolucionario es eso: la calma.

Y ahí el diseño vuelve a conectar con lo esencial. Con el cuerpo, con el alma, con la emoción que todos compartimos. Un buen diseño no solo se ve: se siente. A veces ni siquiera se nota, pero se queda dentro. Y eso, para mí, es la magia.

Después de más de dos décadas como fundador de una de las agencias más relevantes en diseño de packaging de beauty a nivel mundial, he aprendido que las modas cambian, los algoritmos evolucionan, los estilos se reinventan… pero las emociones no. Las personas olvidan los eslóganes, pero recuerdan cómo algo las hizo sentir. Y ese es el verdadero propósito del diseño: dejar una huella emocional.

Por eso creo que el futuro del diseño no está en las herramientas ni en las tendencias pasajeras. Está en la sensibilidad. En escuchar lo que el mundo necesita y traducirlo en forma, en textura, en silencio. Diseñar con propósito es construir desde la emoción para generar significado.

Los valores, por sí solos, no transforman. Lo que transforma es sentirlos. Las marcas, los creadores, los equipos que inspiran son los que entienden que el diseño no es decoración, sino declaración. 

Que comunicar no es hablar más alto, sino conectar más hondo.

Diseñar con propósito es un acto de amor. Amor por las personas, por el planeta, por lo que somos capaces de sentir cuando algo está bien hecho. Es entender que el diseño no cambia el mundo por su forma, sino por la emoción que despierta.

Y cuando un proyecto logra emocionar, aunque sea un instante, ya ha empezado a transformar algo en nosotros.

 

Datos del autor
Nombre Camil Castellà
Empresa Aktiva Creative Design Agency & Aktiva Talent
Cargo Fundador
Biografía
Beauty Cluster

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